Texto a pie de tres notas

*1DO.- “El librero de Selinunte” Roberto Vecchioni 2007 Gadir Ed.
“….Y es en esos momentos en los que me doy cuenta: nada vive tan intensamente como el tiempo detenido; porque no son las personas que corren, los objetos que caen, las voces que resuenan, las que hacen la vida: esas son imitaciones inexactas de la vida. La vida es una e inmóvil, igual a sí misma desde siempre; la vida es otra cosa.

No pienso en nada especial, allá, frente al mar, ni siento reclamos o murmullos antiguos a mis espaldas: no soy un visionario y todo el esplendor de mármoles levantados vaya usted a saber por quién, está totalmente enmudecido. Sin embargo,  aquel mundo sepultado da una sensación que no tiene nada que ver con la cultura: yo no soy culto. Es una sensación, justamente, o un sentimiento, quizá: el sentimiento del tiempo, de instantes sobre instantes, por siglos, que fueron necesarios para edificar esas casas, esas calles, y para levantar esas columnas tan sobrias, tan compactas, sin adornos, tan dóricas y luego para añadirles los arquitrabes. Debió de haber una convicción inquebrantable en quien construía. No era sólo para estar cubiertos, para guarecerse de la lluvia: en ellos debió de haber la certeza absoluta
de ser algo, más que el día que pasa, más que los años y más allá del tiempo.

Pammilos, que hace dos mil seiscientos años fundó Selinunte, no arrastraba tras de sí sólo un rebaño de agricultores prófugos de Megara y Blea. Si así hubiera sido, habría sido campesino, pastor, y habrían sido suficientes establos y cabañas.

A veces trato de imaginarme a este Pammilos, el creador, el fundador que de punta en blanco da un salto y dice: “Atentos, nos vamos de aquí”, y luego kilómetros y kilómetros por una Sicilia en la que había solo gatos y perros vagabundos, a pie, que no tenía barcos, para llegar aquí, entre dos ríos donde no crecía más que perejil y salvaje, “selinon”, bañado por el
(s)helios, el sol, como me enseñaron en el colegio. Construyeron una ciudad ancha y alta como el espacio y el tiempo, para hacer confluir en todos los puntos posibles la presencia de un Dios e imitar una eternidad, sin detenerse nunca, sin desfallecer, sin interrumpir nunca las obras,
los transportes, los planos de construcción que no acaban nunca: todo tan lento, exasperante. Pero Pammilos tenía la mirada puesta más allá de la última piedra, en aquello que sería Selinunte, no para sí mismo y ni siquiera para los hijos, no, no por tan poco.

¿Pero como serían de largos entonces los instantes? Mucho, mucho más que ahora. ¿Y los días? ¿Y los meses? Dios, qué pesado, agobiante, debía ser continuamente el tiempo: algo físico, palpable como el viento y el agua en la monotonía de los mismos gestos repetidos durante horas, de las infinitamente pocas cosas que se lograban hacer.

Sin embargo, todo estaba conectado con todo: un barco que llegaba con la ofrenda que se entregaba; la fuerza de recorrer los campos desde el amanecer hasta el anochecer con la temerosa incertidumbre de los caprichos divinos. Y sobre todo, el instinto, fuerte como el deber de dejar huella. Y entonces no sólo calles, no sólo templos o plazas o puertos, construidos apresuradamente, tal y como salieran, que al fin y al cabo bastaba con caminar, fingir que se rezaba, navegar ,conversar sobre trigo y tiranos.No era necesaria una huella, la belleza quizá.

Belleza, simetría, armonía, medidas de la inteligencia y del corazón. Imagino a Pammilos pensando para sí: “Resultará así, será así esta templo; ahora no es, ahora todavía no es, pero será así “; sonreír sin duda en su corazón por levantarlo a los dioses, sin saber que lo está construyendo para los hombres y que es para su soledad para lo que se convierte en una obra maestra.”

*2RE.- jóven arquitecto: dícese del tipo que ronda los cuarenta años que intenta construir y vivir de su trabajo de arquitecto. No existe parangón en otros oficios. Bueno, sí, en el de los ganaderos. Ahí también hay jóvenes ganaderos. Ah! Y juventudes socialistas, nuevas generaciones y demás jóvenes zarandajas, cuyos dirigentes suelen ser padres y madres de familia que se mantienen en el cargo hasta la jubilación.

*3MI.- Entrevista a Manuel Gallego 7/04/10 S.Rodriguez Diario La Opinión “¿Existe una arquitectura gallega? Rotundamente, no, existe una arquitectura rural popular gallega, que es aquella que estaba condicionada por el medio, que dependía de los materiales locales….

¿Y es buena?
Hermosísima, y de hecho es un patrimonio cultural que tenemos. Pero, pasado eso, en la arquitectura de hoy los medios son universales y el único elemento diferenciador es la cabeza, la mentalidad, el acento, la personalidad de quien vive en un sitio, y eso sí que es distinto entre una persona que viva en Galicia y otra que resida en Alemania, o en Cádiz…”

No sé cuantas veces empezamos el texto que nos pidieron Joan, Pere y Carles. Muchas, en serio. Realmente fueron textos diversos, uno que se titulaba: “contra lo catalán y contra lo joven”, por aquello de negar el valor de lo joven*2 y de los gentilicios*3 para definir cualquier arquitectura. Otro se pensaba llamar: “contra las exposiciones y la cultura de boutique”, lo sabemos… estábamos muy punkis ,pero queríamos saber si realmente tiene verdadero interés
organizar este tipo de…,¿saraos?...¿como le llamamos a esta matèria sensible?¿Es algo más que enseñar culo y teta, de intentos por dejarse ver?¿ que quiere decir, si es que quiere decir algo?....

Evidentemente sí…ahora quien debe pensar porqué hemos escrito este vehemente: “evidentemente sí”, es usted, estimado lector.
Al final hemos preferido citar a Vecchioni*1 y a Manolo que escribir un texto “original”. Hay que acabar de una santa vez con el fetichismo de la originalidad que tanto nos seduce e inmoviliza.

Los días que estos jueves arquitectos catalanes… no , jueves no es una errata. Resulta que imprudentemente en la traducción al gallego de “arquitectes joves catalans” utilizaron la palabra xoves, jueves en español, en vez de novos que es como realmente se dice jóvenes
en la lengua de Rosalía y de Lois Pereiro ( a quien este año se le dedica el día das letras galegas y este quiere ser un pequeño recuerdo para este gran poeta). Pues ese jueves, casualidad tan del gusto de Auster, que aparecieron por Coruña estábamos discutiendo
sobre la fábula “ el librero de Selinunte” y se nos ocurrió que les venía al pelo.

¿Por qué?. ¿Será por negar el valor de la originalidad?, ¿ por valorar más la experiencia que la información?, ¿o como decía Broch, por saber que la vida siempre está inacabada?,…?????

Eso lo tiene que volver a responder usted, anónimo y esforzado lector ( no se queje de la interactividad del texto, y sin tdt ni güifi. Sírvase un güisqui si quiere, por nosotros ningún problema). De lo que si estamos seguros es que estos jueves arquitectos catalanes si
lo saben. Lo sé, es un chiste fácil, porque son sensibles. Hermoso adjetivo: sensible. O no?

perillo marzo 2011

carlos pita _ carlos quintáns

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